UCRANIA: LAS DOS CARAS OCULTAS

Desde la invasión de Ucrania por parte de Rusia el 24 de febrero de 2022 ya ha pasado bastante tiempo. La guerra ha dejado de ser portada en las noticias y cada vez se habla menos de ella. En este contexto, hemos realizado un segundo viaje a Ucrania, en el cual no hemos apreciado demasiados cambios respecto a la primera vez. Sigue habiendo muchos signos de violencia, pero también de esperanza y solidaridad.

El compromiso de los misioneros claretianos y las hermanas de la Congregación de Pequeñas Siervas de la Inmaculada Concepción en la zona de refugiados en el oeste del país (Boryslav y Truskavets) sigue siendo encomiable. Se ha sumado al proyecto la contratación de Natalia, una persona que ya estaba vinculada como voluntaria, pero que ahora se puede dedicar en cuerpo y alma a la ayuda y acompañamiento de muchas personas vulnerables. Muchos son refugiados que huyen del frente, sobre todo mujeres con hijos porque sus parejas han fallecido, están en el frente o se han quedado cuidando lo poco que les queda en sus localidades de origen.

Ucrania nos recuerda que la violencia desmedida de la guerra sigue estando presente en el corazón de Europa. Y también nos debe seguir incitando al compromiso con la paz y la construcción de una sociedad que sea defensora de derechos humanos y capaz de acogida.

La guerra no ha terminado (ojalá lo haga pronto) y la urgencia sigue estando presente. Nuestro compromiso es pertenecer en terreno a largo plazo, junto con todos los actores que siguen trabajando. No se trata sólo de la gestión de fondos, si no de continuar apoyando (ojalá que también con voluntariado cuando la guerra finalice) y logrando la reconstrucción de todo lo perdido. No sólo lo material, sino también tantas heridas en el alma y en lo psicológico de una sociedad que sigue sufriendo el horror de la guerra.

Miguel Tombilla

Presidente de Fundación PROCLADE

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