Nuestro voluntario Ángel Luis sigue disfrutando en Colombia de los proyectos de los Misioneros Claretianos y de la vida sencilla y complicada a la vez. No hay nada mejor que leer las crónicas que nos manda desde ese país para trasladarnos directamente con la imaginación y con el corazón.
27 de enero
Esta mañana hemos visitado un lugar llamado Villa Rufina que está a poco menos de un kilómetro en la otra orilla rio arriba y donde hemos visto a una monja que se llama María Elena perteneciente a la orden de Dominicas de la Presentación. La hermana Elena se ha encargado en los últimos años de esta comunidad trabajando con niños y ancianos y proporcionándoles un lugar de encuentro. Se ha ocupado de reconstruir la capilla con fondos conseguidos de mil lugares con su esfuerzo y perseverancia.
La hermana Elena ha conseguido también adecuar un espacio para niños y mayores. Los niños están encantados de poder confluir con los demás niños en un lugar amplio, limpio y protegidos del agua y del sol. Es una comunidad rodeada de puentes y de tablas donde fácilmente no puedes establecer relación social alguna que no sea en el propio domicilio. La hermana Elena nos avisó de que había encontrado deteriorada la escalerilla de madera que permite la entrada a la capilla. Tuvo que improvisar el arreglo. Gracias a Dios todo se solucionó. Desembarcamos y accedimos a esta pequeña capilla que sorprendentemente estaba llena de niños pequeños, afros e indígenas. La celebración de la misa fue un verdadero ir y venir de niños corriendo de un lado para otro sin parar. Aunque eso sí, en la homilía, como personas mayores escucharon las palabras del padre con una atención sorprendente. Hay que decir que la manera con que se ganó la atención fue muy creativa traduciendo el mensaje a la manera con que los niños viven cada día.
Si bien los niños y niñas afros no dejaban de corretear, los niños y niñas indígenas sentados en las últimas filas no se movieron de sus bancos en toda la ceremonia. Me interesé por esta circunstancia y parece estar en la autoridad que ejercen los papas indígenas sobre sus niños. Cuando terminó la misa la hermana auxiliada por otras dos niñas mayores repartió un caramelo a cada niño como agradecimiento a su presencia. Los niños tan felices de tener una ocasión para hacer algo distinto a lo cotidiano. Si me quedo con algo que me conmovió fue el momento de darnos y recibir la paz. Todos los que estábamos allí compartimos con el resto este momento. Los niños y niñas se abrazaban a mis piernas y con esos ojitos alegres y brillantes me iluminaron el día.
31 de enero 1 de febrero
Tras un problema con las mercancías que teníamos que llevar, el 31 de enero salí con miembros de la Pastoral Social de Riosucio. Concretamente yo me dirigí con Ernesto y Sebastián hacia Playa Bonita. Por la información que nos llegó el acceso más directo estaba bloqueado con sedimentos y no permitía pasar a ningún bote con lo que tuvimos que ir dando un rodeo que nos demoró como mínimo una hora más. El bote iba cargado de mercancías para poner en marcha una tienda comunitaria en Salaquicito, seis cajas de pollitos de engorde y seis juegos de papeleras de reciclaje para repartir.
Comenzada la travesía y abandonado el Atrato para incorporarnos a la ciénaga que nos comunicará el acceso a estas comunidades, un espectáculo digno de un documental de National Geographic se mostró ante mis ojos. Cientos de garzas blancas situadas a ambas orillas del rio custodiaban en posiciones equidistantes milimétricamente establecidas, como estatuas, esperando su ansiada pesca.
Según avanzaba el día el calor aumentaba y el piar de los pollos daba cuenta de ello. Se querían escapar de las cajas a través de los respiraderos. Tuvimos que poner sobre ellas unas hojas grandes que consiguieron acallar tan fuerte estruendo producido por la protesta acompasada de estos animalitos. La profundidad aconsejó ir despacio y de vez en cuando dirigir la embarcación por medios manuales. A mitad del camino y en medio de la ciénaga nos encontramos con un bote que se había quedado sin combustible. Compartimos parte del nuestro para que pudieran alcanzar el próximo lugar de repostaje.Después de tres horas llegamos a Playa Bonita. Se les hizo entrega de los pollos junto con comederos y bebederos así como otras mercancías que habían encargado.
En poco más de media hora emprendimos el viaje rio arriba hasta Salaquicito. El recorrido apenas duró media hora y allí nos estaban esperando los miembros de la comunidad. Se iba a poner en marcha una tienda comunitaria. Se descargó la mercancía y se convocó a la comunidad. Me presentaron y me pidieron que les diera una pequeña explicación de cómo organizar y administrar una tienda de esas características. Habían nombrado a una muchacha que apenas había terminado el bachillerato para administración y gestión.
Reunidos con el representando legal, el líder de la comunidad, y 8 ó 10 personas y tras una breve presentación de los presentes se procedió a establecer entre todos el precio de cada producto. Para ello se tuvo en cuenta el detalle del albarán de entrega, la forma habitual de compra (Unidades, paquete, peso), y los precios de la competencia de comunidades aledañas. Uno a uno y tras un trabajo de unas dos horas se acordó entre todos los presentes, los precios de referencia. Tras unas pequeñas consideraciones a la responsable de la tienda sobre cómo gestionar los volúmenes y los pedidos se ocuparon de la colocación sobre unos estantes preparados al efecto. Era un habitáculo pequeño en la casa donde habíamos tenido la reunión, pero había un problema no disponía de puerta. Estaba el hueco únicamente. Sin problemas. Motosierra, clavos y madera. En poco más de una hora ya estaba la puerta colocada.
La comunidad de Salaquicito nos pidió la colaboración para poder acercarnos a una comunidad cercana San José del Tamboral a retirar semillas de caña de azúcar. Acompañados de tres personas de la comunidad nos dirigimos a por la caña. Pudimos ver cómo funciona un trapiche para extraer el jugo de la caña (guarapo )que posteriormente se incorpora a unos grandes recipientes sobre un horno donde se va evaporando y se produce la panela y la miel de panela. También se produce una bebida típica en las comunidades afro que se llama viche que es utilizada entre otras cosas para combatir dolores intestinales, eliminación de parásitos, mordeduras de culebras e incluso como afrodisiaco.
El regreso no estuvo exento de dificultad por el estado de los ríos dado su excesivo volumen de sedimentos y bajada de nivel por una menor pluviosidad en el periodo de verano. Uno que otro embarrancamiento que hubo que superar con la destreza del piloto (Sebastián) y la colaboración de Ernesto. De todas las personas recibí energía, amor y una lección de vida.