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El pasado día 24 de enero, se conmemora el Día internacional de la Educación.
En su artículo 26, la Declaración Universal de los Derechos Humanos consagra a la educación como un derecho humano, un bien público y una responsabilidad colectiva. La declaración exige la educación primaria gratuita y obligatoria. Asimismo, la Convención sobre los Derechos del Niño, doptada en 1989, va más allá al estipular que los países deberán hacer que la educación superior sea accesible para todos.
La educación y formación de la población general es un pilar necesario, e imprescindible, para el desarrollo de una sociedad próspera. Educar equivale a dotar de capacidades para desarrollarse. Tener las herramientas para ser dueños de nuestro futuro. La educación equivale a libertad.
Pero para poder acceder a la educación se tienen que cubrir previamente una serie de necesidades básicas. En el cuarto Informe anual GEM de la UNESCO, para el seguimiento del progreso realizado en 209 países hacia la consecución de los objetivos de educación en la Agenda 2030, se señala que 258 millones de niños y jóvenes quedaron totalmente excluidos de la educación, donde la pobreza ocupa el principal obstáculo para su acceso.
En Fundación PROCLADE somos conscientes de este hecho y luchamos día a día con nuestras contrapartes, y en cooperación con la comunidad local, para construir ese primer peldaño. Un primer paso que ayude cubrir las necesidades básicas e inmediatas, construya una estructura sostenible para las familias y posibilite trazar un plan a futuro para que los niños y niñas no tengan que enfrentar los obstáculos que impidieron a sus mayores de estudiar, de aprender un oficio, de crecer, de ser dueños de su futuro.