‘Si se cansan, que sólo sea de jugar’. Com todos los años, este 12 de junio se conmemora el Día Mundial contra el Trabajo Infantil. Una fecha para recordar que todavía hay millones de niños y niñas que se ven obligados a crecer demasiado rápido y trabajar en situaciones de explotación. Y un día en el que recordamos como, de ese trabajo infantil, salen muchos de nuestros productos cotidianos, especialmente de alimentación y textil. Por ello, desde la Coordinadora Estatal de Comercio Justo, de la que Fundación PROCLADE forma parte, quieren recordarnos la importancia de conocer las condiciones en las que se han elaborado los artículos para evitar la violación de derechos de la infancia.
Según la Organización Internacional del Trabajo, 152 millones de niños de niños y niñas son víctimas del trabajo infantil, es decir, 1 de cada 10 menores en todo el mundo. Casi la mitad solo tienen entre 5 y 11 años. Además, es necesario destacar que 73 millones de niños y niñas realizan trabajos considerados peligrosos, que ponen en riesgo su integridad física. Por sexos, el informe de la OIT señala que el 58% son niños y el 42% niñas.
Este nuevo informe concluye que las cifras globales de trabajo infantil han disminuido en los últimos años; sin embargo manifiesta tres aspectos preocupantes: por un lado, en África el trabajo infantil h aumentado en estos años. Por otro lado, los avances referidos a los menores de 12 años han sido muy escasos. Por último, el descenso del trabajo infantil entre las niñas ha sido menor que entre los niños varones. La agricultura es el sector en el que el trabajo infantil está más presente. El 71% de los menores que trabajan lo hacen en este sector. Por regiones, casi la mitad del trabajo infantil (72 millones) se concentra en África, donde casi el 20 de los menores de este continente trabajan ; 62 millones en Asia y el Pacífico; 10,7 millones en las Américas; 1,1 millones en los Estados Árabes; y 5,5 millones en Europa y Asia Central.
El movimiento del Comercio Justo denuncia esta realidad y establece como un principio fundamental la ausencia de explotación laboral infantil y, por tanto, garantiza que ningún menor realice tareas que afecten a su desarrollo físico, mental, social o espiritual, interfieran en su educación, o se desarrollen en condiciones abusivas o peligrosas. Por ello todas sus organizaciones están adheridas a la Convención de Naciones Unidas sobre los Derechos de la Infancia. Además, muchas de las organizaciones productoras de Comercio Justo llevan a cabo proyectos educativos (escolarización, construcción o mejora de escuelas, becas, etc.).
Consciente de esta situación, el trabajo infantil estuvo muy presente en los Objetivos de Desarrollo Sostenible aprobados en septiembre de 2015. Así, desde Naciones Unidas se ha fijado para 2030 la meta de acabar con el trabajo infantil, concretamente en la meta 8.7 de los ODS.