COMUNICADO FINAL DEL JOMI 2005

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Una nueva cita con los objetivos del milenio (ODM) y un nuevo reto: acabar con la deuda externa. Bajo este planteamiento, arduo y difícil pero esperanzador, se ha presentado el encuentro del Jomi 2005, en el que casi un centenar de jóvenes y no tan jóvenes con vocación misionera se han dado cita en Los Molinos (Madrid), para comprometerse con la realidad que les rodea y con la que envuelve a los millones de personas que cada día luchan contra la pobreza y el hambre.

En este fin de semana de reencuentro, de experiencias compartidas, de lazos que se fortalecen con el paso del tiempo, los asistentes al Jomi hemos reivindicado derechos tan fundamentales como los que exigen los ODM y hemos reclamado la anulación de la deuda a los países empobrecidos. Así, procedentes de todas partes de España, los voluntarios presentes en Los Molinos queremos exigir a los Gobiernos firmantes del compromiso de Dakar del año 2000 el cumplimiento de unas metas, entre las que se encuentran la erradicación del hambre y la pobreza, la educación primaria universal, la igualdad de género y la autonomía de la mujer, la reducción de la mortalidad infantil, la mejora de la salud materna, el avance en la lucha contra el sida y otras enfermedades epidemiológicas, la garantía de las sostenibilidad medioambiental y la creación de una asociación mundial para el desarrollo de los países más pobres. Precisamente en esta última propuesta ha sido en la que guiados por Pablo Martínez Osés y Raquel Martínez, los voluntarios del Jomi hemos centrado gran parte de nuestra atención, pues en ella aparece de manera explícita el deber de los del Norte de cooperar y trabajar con los del Sur, por cuestiones fundamentales de justicia, igualdad y dignidad humana.

Porque si uno se detiene a pensarlo, en realidad ¿quién debe a quién? Éste ha sido el interrogante que durante estos días ha lanzado el Observatorio de la Deuda en la Globalización, una cuestión a la que los voluntarios hemos tratado de dar respuesta. De hecho, si echamos la vista atrás, podremos comprobar como la historia demuestra que parte de la deuda que los países del Sur han contraído con los del Norte es ficticia, porque fue creada por las propias naciones ricas cuando tras la Segunda Guerra Mundial y debido a los excedentes monetarios de las economías emergentes, se buscaron salidas a esos excedentes y se encontraron en la concesión de créditos a los países pobres, sin ningún miramiento a la hora de establecer las condiciones de devolución de estos préstamos. De esta forma, el Jomi ha puesto de manifiesto que esta deuda ficticia, establecida por los del norte para su propio enriquecimiento, es injusta e ilegítima y ya está pagada, pues algunos países empobrecidos han devuelto en este tiempo hasta siete veces más de lo que se les prestó en su día. Así pues, nosotros fuimos causantes y ahora responsables de esta situación; y como nosotros, aquellas empresas del Norte que con el propósito de incrementar sus expectativas económicas, ponen sus miras en los territorios del Sur, arrasando con selvas, bosques y paraísos naturales que ya nunca vuelven a ser recuperados. Además, muchas de estas empresas inician negocios con otras del Sur, cuyas deudas al final no pueden ser sufragadas y son asumidas por los Gobiernos del Sur, y en consecuencia, pagadas por los ciudadanos más pobres del planeta. Éste es un sistema de generación de deuda externa que está siendo permitido por las Instituciones financieras internacionales como el Fondo Monetario Internacional o el Banco Mundial, organismos a los que en este Jomi se ha reclamado un sistema económico más justo y unas relaciones comerciales más equitativas.

Pero además y puesto que la deuda se sostiene en el principio de que los derechos económicos contraídos por los países del Norte prevalecen sobre los derechos humanos de los ciudadanos del Sur, los voluntarios del Jomi queremos mostrar nuestro compromiso activo en la campaña Sin duda, sin deuda, un planteamiento que es defendido por REDES y por otras organizaciones cristianas que valoran la Vida más que la Deuda y que por tanto, consideran que terminar cuanto antes con este gran problema para los países del Sur es una acto de justicia. Y ante esta situación de injusticia que sufre la mayor parte de la población mundial, ante cifras tan alarmantes como la muerte anual de diez millones de niños y niñas de cinco años por causas evitables, ante la amenaza del sida en los países más vulnerables, ante el riesgo real de tener un hijo para las madres de los países empobrecidos, ante la falta de acceso al alimento diario y al agua potable, ante un trágico panorama mundial que no puede ser sostenido por más tiempo, los voluntarios del Jomi, desde nuestro vivir cristiano, reconocemos la necesidad de un cambio en nuestro estilo de vida para lograr un mundo en el que quepamos todos, un mundo al que sólo puede llegar se trabajando en cooperación con otras organizaciones y estableciendo redes entre las ONG’S que aunque siendo diferentes tienen un mismo horizonte de paz, igualdad y fraternidad, pues ese camino hacia la paz pasa por la lucha común contra la pobreza y las desigualdades y por el cumplimiento de los derechos humanos en todas las poblaciones de la Tierra.

Así, podría decirse que el compromiso final de los voluntarios de este Jomi 2005 tiene mucho que ver con unas palabras pronunciadas recientemente por el propio secretario general de la ONU, Kofi Annan, en las que decía: “aún tenemos tiempo para alcanzar los objetivos, en todo el mundo, pero sólo si logramos romper con la rutina … Por consiguiente hay que ponerse manos a la obra”. Y como ha dicho en el Jomi, ese romper con la rutina debe empezar por uno mismo con una transformación continua de nuestro modo de vida habitual, y el gesto de esas manos debe ser de entrega, de lucha activa, de participación, porque si después de leer estas líneas, te estás preguntando ¿qué puedes hacer tú por la paz, la igualdad y la erradicación del hambre y la deuda externa?, la respuesta es clara: comprométete y únete; cuantos más sean los esfuerzos que logremos sumar más fácil será lograr un mundo por y para todos, porque somos la primera generación con capacidad técnica y humana para conseguirlo y porque LES DEBEMOS Y NOS DEBEMOS UN MUNDO DIFERENTE.


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