Colombia ya no sale en las noticias como un lugar con un grave contexto social, económico y político. Parece como si todo ello formase parte de un pasado lejano cuando, en realidad, sigue perteneciendo a un presente doloroso. Los misioneros claretianos de la Provincia de Columbia-Venezuela y Proclade Colven conocen muy bien esta realidad.
En nuestro reciente viaje por estas tierras pudimos comprobar las heridas de un pueblo que siguen abiertas, aunque también el buen trabajo y el compromiso de estos hombre y mujeres. Nuestro trabajo junto con Proclade Colven lleva muchos años realizándose y desde aquí agradecemos la calidad y el compromiso, no solo por paliar situaciones puntuales, sino por ir a las raíces de las injusticias y a la promoción de las personas.
Pudimos visitar distintos proyectos en la zona del Atrato y en Cartagena. Cada uno con sus características, pero todos con el denominador común de alentar procesos de justicia y de solidaridad con los últimos y excluidos.
Misión muy vinculada a la promoción de las minorías étnicas a través de la cultura y de la recuperación de la memoria. Trabajo y misión también de búsqueda de las víctimas de la violencia del narcotráfico aliada, no pocas veces, con poderes gubernamentales o con grupos paramilitares que siguen presentes en varias zonas. Allí está presente Proclade Colven y los misioneros claretianos como agentes de esperanza y de justicia, de anuncio y de denuncia, que los compromete aún a riesgo de su seguridad.
Agradecemos a todas las personas que nos han acompañado en este viaje y que nos han dado la oportunidad de poder ver un poco de la vida entregada de todos los días al lado de las personas que sufren. Agradecemos su ser testigos proféticos de la ternura de un Dios en medio de su pueblo.
