Cada 2 de octubre el mundo celebra el Día Internacional de la No Violencia, proclamado por Naciones Unidas (ONU) en honor al nacimiento de Mahatma Gandhi, líder que convirtió la resistencia pacífica en un poderoso instrumento de transformación social. Esta fecha busca recordarnos que la paz no se construye con armas, sino con justicia, dignidad y oportunidades. En un contexto global marcado por conflictos y desigualdades, la conmemoración cobra especial sentido en países como Haití, donde la violencia y la crisis humanitaria han alcanzado niveles alarmantes.
Los datos son contundentes: solo en el segundo trimestre de 2025 se contabilizaron 1.520 muertes violentas, 609 heridos y 185 secuestros, además de 628 casos de violencia sexual. A ello se suman más de 1,3 millones de personas desplazadas internas, forzadas a abandonar sus hogares por la inseguridad y el control de las pandillas. Este panorama refleja que hablar de no violencia no significa ignorar la gravedad del drama, sino reafirmar que la paz requiere soluciones que vayan más allá de la represión armada, apostando por educación, salud y fortalecimiento comunitario.
En esa dirección avanza el proyecto que desarrollamos con el apoyo de Fundación la Caixa en las comunidades rurales de Sabambón y Mathurín. Este busca garantizar el derecho a la salud, la higiene y el saneamiento mediante la construcción de 8 letrinas sanitarias que beneficiarán directamente a unas 50 familias, así como la formación de 400 personas en prácticas básicas de higiene como el lavado de manos, el uso seguro del agua y la gestión de residuos.
El proyecto también contempla el fortalecimiento de 4 comités de salud comunitarios, donde se están capacitando a 100 líderes locales —50 hombres y 50 mujeres— en prevención de enfermedades, salud sexual y reproductiva y atención de emergencias. Cada comité contará con botiquines sanitarios equipados y gestionados a través de sistemas comunitarios de reposición, lo que permitirá atender urgencias menores sin depender de centros médicos lejanos. En total, más de 1.000 personas se beneficiarán de manera directa, reduciendo riesgos sanitarios y combatiendo la violencia estructural de la pobreza.
En Haití, proyectos como este demuestran que la paz también se construye con agua potable, saneamiento digno y educación en salud, garantizando que las comunidades puedan vivir con seguridad, dignidad y futuro.
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