“La realidad de los cubanos se me hizo patente nada más pisar Cuba. Las situaciones de pobreza que allí se viven me impresionaron muchísimo. Realmente viven en una pobreza indigna, con niños y personas envejecidas pasando hambre”, aseveró la Hna. María José López, misionera mercedaria de Bérriz, en el último programa de esta temporada de ‘Viaje en globo’ emitido el pasado viernes. La religiosa, con una trayectoria de más de veinticinco años por diversos países de América Latina, comenzó una nueva experiencia marchando a Guantánamo por el periodo de un año, participando en el programa de uno de los proyectos de nuestra oenegé, Fundación PROCLADE. Pasó allí doce meses que finalizaron en marzo, y desde entonces vive en Madrid. Pero, de cuando en cuando, varias veces al día, se pasean por su cabeza los rostros y personas con las que ha compartido la vida en la isla. “Y ¿sabes qué pienso entonces?, que repetiría porque soy misionera”, remacha López.
“Es el Espíritu el que me anima a llevar la Buena Noticia a todas partes”, explica. Y así, con ese compromiso, López siempre ha ido buscando a los más vulnerables, “los preferidos de Dios”, añade. Por ello no dudó en subirse a un avión y poner rumbo a Cuba. Allí, Fundación PROCLADE trabaja en dos áreas de acción en los dos extremos de la isla donde están situadas las comunidades de misioneros de nuestra Congregación. En cada una de ellas existen terrenos en los que poder cultivar y producir alimentos para los comedores, ya que no siempre es posible acceder a éstos en los mercados. “Las personas mayores se encuentran en situación de vulnerabilidad”, señala López, y lo que el estado les asigna como pensión “no les alcanza” para poder mantenerse por sí mismos. “Y mucho menos cuando tienen a su cargo a niños u otras personas dependientes”. En la actualidad, en Cuba, las personas mayores superan los 2 millones y constituyen el 20.4% de la población. “Y normalmente se encuentran solos, porque la generación intermedia, los que tienen entre 30 y 50 años, busca desarrollar su vida en Estados Unidos o en Europa”, advierte la religiosa.
Con este proyecto, nuestra Fundación contribuye a la mejora de la calidad de vida de siete mil personas mayores por medio de estrategias de acompañamiento psicosocial, médico y de alimentación. “Aquí en España tenemos todo cubierto, pero allí, si hablamos de salud pública, no podemos hacerlo bien”, lamenta. “Para mí, ver la cara de los usuarios que se benefician de este proyecto me daba descanso: les da energía para caminar y pueden salir de sus casas; además, con mejor alimentación no gastan en medicamentos, que por otra parte son un bien escaso, y sobre todo les devuelve la esperanza”.
Pero hay más. Cuba te cambia porque allí “todo se comparte”. “Dicen que es feo comer y que otros te estén mirando sin nada que llevarse a la boca”. “Aunque seas el cubano más pobre, compartes aunque sea un cafecito y un trocito de pan, y de este modo, lo que se crea entre ellos es precioso”. “Este proyecto no es solo material, posibilita un espacio de convivencia que ellos necesitan”. “Creo que PROCLADE está dignificando la vida de los ancianos en Cuba”, concluye.
